jueves, 30 de enero de 2014

Bodas de plata

En 3 meses exactos haré fiesta. Cumplo 25 años.

Es una sensación extraña. Siento emoción, nerviosismo, incertidumbre y miedo. Todo junto, al mismo tiempo, cada palabra manifestándose de distinta manera en mi cuerpo.

Reflexiono y hago una evaluación rápida de la vida. De mi vida.

Después de los 22 años el camino que al parecer tenía planeado tomó un rumbo distinto; me enamoré, me mudé, dejé por un rato la universidad, trabajé, renuncié, me embaracé, perdí al bebé, me casé, me volví a mudar, adopté dos gatos... y la lista sigue. Si esto pasó en un lapso de 2 años, ¿Qué aventuras me esperan el resto de mis días? ¿Qué aventuras me esperan hoy?

También la Gestalt se apareció y me acompañó haciéndose presente en el cuerpo de un excelente terapeuta. Ahora siento y vivo la fortaleza propia para mantenerme consciente en el presente.

Todas estas situaciones me ayudaron a crecer y convertirme en un adulto. Oh gosh, it was hard y faltan muchas cosas. La cuestión y a la conclusión que llego es que no quise desaprovechar los momentos intensos que se me presentaron. A los 20, por ejemplo, ni siquiera los hubiera pelado, mucho menos aprendido de ellos... Hoy aún lloro de desesperación, me escondo bajo las cobijas y miro al cielo pidiendo ayuda. La diferencia es que entiendo que hay dos opciones: decidir hacer nada o decidir hacer algo.

Hacer nada implica dejar las cosas como están, mantenerme en mi zona de confort. Pa pronto, dejarme llevar.

Hacer algo significa trabajar en aquello que necesito, moverme, alejarme de la zona de confort. Chingarle.

Francisco, mi terapeuta, me enseño que existe una tercera opción: Hacerse pendejo. (Lo comprobé en el momento en el que puse un pie fuera de su consultorio).

Hacerse pendejo es saber que me estoy haciendo pendejo. Osea, ser conciente de que necesito algo, no estoy dispuesto a trabajar por ello y al mismo tiempo me quejo por no obtener el resultado deseado.

Cualquiera de las tres opciones implica decidir. La decisión lleva a la responsabilidad y esta, como consecuencia natural, al compromiso.

Puedes fluctuar entre cualquiera de las tres . Ahí está la belleza. Empezar por alguna te abre el panorama, lo juro.

Como "joven" me ha servido bastante. Las posibilidades son infinitas... el camino se vuelve más amable y muy disfrutable. La vida es para vivirla: sonreír, llorar, abrazar, besar, enojarse. Aprender, reflexionar, dejarse llevar, chingarle y sí, también, para hacerse pendejo. A esto, súmale lo que gustes y mandes. Es tuya, la posees.

Y con su permiso, prepararé mi boda de plata.

¡Salud!

miércoles, 29 de enero de 2014

Los hombres son chidos y las mujeres también.

No es que esté llena de amigos, o que ande por el mundo cultivando amistades.

La verdad es que con el tiempo se ha reducido el número de personas que comparten acciones y emociones conmigo y viceversa.

Tal vez sea la edad, la distancia o las ocupaciones diarias... no estoy segura. El punto es que ya no somos los de antes. Y en este pequeño mundo que he escogido me circunde, abunda la soltería o las relaciones extrañas. Y por relaciones extrañas me refiero a novios celosos, asfixiantes, codependendientes, inseguros, loquillos. El grupo de los amigos solteros son, usualmente, los que se han podido "librar" de este tipo de interacción amorosa más bien tóxica.

Existe otro pequeñito grupo de amigos que no entran en las dos categorías anteriores. Forman relaciones de pareja nutritivas; permiten el crecimiento individual y como consecuencia, el crecimiento de la pareja: Viven el amor con responsabilidad y compromiso. Aclarando un punto, esto no significa que su historia es un cuento de hadas, que viven en un día de campo eterno rodeado de mariposas y ovejitas, comiendo pan con miel y bebiendo vino sin parar. La verdad es que sí, hay momentos raros en que las cosas se ponen intensas. Hay pedos, pues. La cosa es que han resuelto la manera de comunicarse de forma efectiva y congruente.

Es chido poder compartir con gente feliz en sus relaciones. Últimamente, y tal vez por mi condición de recién casada, convivo constantemente con ellos. De una u otra forma se han convertido en mis maestros de la pareja. Sobre todo porque también he formado parte de los solteros "salvos" o los emparejados del demonio.

Esta forma de amar y liberar me ha dado una perspectiva distinta sobre los sexos que se hace más evidente cuando estoy con los amigos solteros o en relaciones tóxicas. De entrada, ¿Cuál es el punto de hablar mal de su pareja? En teoría, estás compartiendo con la persona que amas, ¿No? ¿O amar implica hacer justamente eso, criticar en mala ondita o ser infiel? Y hablando del otro extremo ¿Amar es aguantar las críticas que destruyen, ceder en demasía, fundirse con el otro y olvidar lo que soy?

Me he encontrado igualmente comentarios de los forever alone que generalizan sus propias experiencias: "Todas las mujeres son unas cabronas", "Yo soy culera porque todos los hombres son culeros", "Me dejó porque todos son pendejos" o viceversa "La dejé porque todas son pendejas".

Juro que escucho estas palabras y me estremezco. En algún momento mi marido me dijo: Estoy seguro de que si mis ex parejas dicen que fui malo con ellas, es porque lo fui. Como sea, eso no significa que todos los demás sean malos y que por ello los traten mal o que yo siga siendo malo y que con las demás sea igual.

En ocasiones decidimos estar con personas que, efectivamente, no satisfacen nuestras necesidades emocionales, sociales o físicas. Hey! Es válido mantenerse también en una relación así haciéndose responsable de las consecuencias. Si soy consciente de las razones que me llevan a mantenerme en este intercambio emocional con la otra persona y asumo concencuencias, WHO CARES! En este mismo sentido funciona el soltar dichas relaciones, pasar la siguiente página y seguir. Cualquier tipo de experiencia tiene como resultado el aprendizaje.

Ni todos los hombres son culeros ni todas las mujeres cabronas. Somos lo que somos, soy lo que soy. Si me responsabilizo de mis acciones y mis relaciones, los resultados serán míos y el aprendizaje permanente.

Hombres y mujeres son chidos, manos. Si te quejas de tu pareja, bueno, estarás entonces quejándote de ti mismo. Hacer que el otro asuma sus "problemas" es una misión complicada y dolorosa. ¿Si empiezas contigo?