jueves, 9 de octubre de 2014

Las consecuencias del "amor" en exceso

Voy caminando sobre Avenida Montevideo.

Mi razón para moverme del Centro al Norte de la Ciudad es meramente terapéutica.

Amor, la mujer responsable del servicio psicológico al que asisto, me ha acompañado justo el día de hoy en grandes descubrimientos.

De entrada, hice presente que soy una mujer que vive el amor en exceso, en pinche exceso. Soy hija casi única de padres viejos. De padres que tenían sus propios vacíos internos y que creyeron que premiando demasiado y amando demasiado, criarían a una niña feliz. La verdad es que no lo hicieron tan mal tomando en cuenta que no soy una sociópata, ni voy por la vida buscando el mal ajeno. Lo que sí soy es extremadamente consentida. Y en eso, ya hay pautas disfuncionales.

Tengo 25 años, un esposo, una casa... mis papás ya no viven conmigo. Yo pensaba que saliéndome del templo materno/paterno iba a terminar la consentidera: OH HELL NOT! Hasta hoy me doy cuenta que aprendí tan bien cómo se hace que ahora lo hago yo. Podría ser nutritivo, pero mi comportamiento es más bien tóxico. Lo que hago es permitirme postergar, huevonear, dejar, no terminar. Muy en el fondo de mi cabeza suponía que alguien vendría a salvarme y a terminar lo que yo no había hecho o a simplemente hacer lo que yo no estaba dispuesta a hacer. Y eso limita, entorpece, adormece la vida. Neta es un pinche horror... un pinche horror que no notaba hasta hoy.

Después de vivenciar todo el enojo y la molestia que traía conmigo misma, me dije: YA BASTA, YA ESTUVO BUENO DE HACER NADA.

Tengo tarea: ir a la Facultad y averiguar qué chingados voy a hacer para terminar la Licenciatura. El hacerlo es algo mío, un logro personal que nadie me puede quitar. En palabras de la sabia Amor: "El papelito te pertenece y papelito habla".

Yo quiero ser la dueña de todos los papelitos que la vida me ofrezca. Necesito avanzar, dejar de postergar y sí, hacerme responsable de lo que necesito y quiero.

En la sesión de hoy dejé un cachote de la niña Jádisha que fue amada demasiado y ¿Saben qué? Fuck it.  I'm a real lady y la tomo como mi aventura y misión.

jueves, 10 de julio de 2014

Dos herramientas para el equilibrio diario

Vivimos en la cuarta ciudad más poblada del mundo y eso conlleva un nivel de estrés que sólo las personas que andamos en este tipo de urbes entendemos. 

La tensión en el DF es un hecho: el trabajo, poco descanso, metro lentísimo, tráfico eterno, choferes malandras y agrégale cualquier otra queja personal. ¡Neta, paremos! 

Podría dejarte una lista súper amigable y zen y larga de cómo hacerle para alivianarte el día, pero con tanta cosa pasando en nuestras frágiles existencias, lo resumo sólo en dos: No te lo tomes personal y preguntate para qué.

1. Por amor de Dios, deja de tomarte las cosas personales. 

Si vas tarde a tu trabajo y las escaleras eléctricas de Pantitlán no funcionan, te tengo noticias: ¡No es para fregarte! 

Eres sólo uno de los millones de usuarios que las utilizan. Lo mismo aplica en todas las demás áreas de la vida. Hay cosas que simplemente suceden, que son aleatorias, pues. Si piensas que todo lo que pasa es porque "alguien" o "algo" tiene como objetivo arruinarte la vida, simplemente estás evadiendo tus responsabilidad. Por ejemplo, levantarte temprano, preparar tus cosas en la noche o simplemente reconocer que tienes broncas con la puntualidad. Al final del día, el balón está en tu cancha.

2. Apaga el por qué y prende el para qué

Si constantemente te preguntas "¿Por qué a mi?", permiteme responderte con otra pregunta: ¿Por qué no a ti? 

Así como el tomarte las cosas personales, los "por qués" te ayudarán a encontrar puro pretexto: no hago lo que quiero porque la vida es injusta, porque chocó el camión, porque mi marido o marida es un idiota... Las respuestas del porqué son como una espiral sin fin que sólo te aleja de tu objetivo. Cuando andes en eso, date el chance de preguntarte ¿Para qué?

Las respuestas a esta pregunta implican acción y te van a sacar de la cotidianidad. ¿Para qué poner pretextos? ¿Para qué responsabilizar a otros? No te preocupes, no me digas. El chiste es que tu solito o solita te des cuenta y hagas algo para resolverlo. 

Te prometo que estos dos ejercicios te van a dar más paz. Por increíble que parezca, mientras más le meto gas a mi responsabilidad, más se aliviana mi vida. Inténtalo, y analiza tus sensaciones y emociones.

¿A poco no ya se puso más bonito el día? 

Issues de la vida: ¡¡Sube la tapa del baño, PARFAVAR!!

Me estaba haciendo del baño.

Corrí, cerré la puerta de la habitación ¿O no la cerré? Y levanté la tapa del baño. 
"¡Pinche John!" Pensé. Pasaron como dos segundos y empecé a carcajear. 

Para las damitas que hemos vivido con hombres (esposo-hermano-padre-roomie) la cosa de la tapa del baño es un issue constante. 

A mi me molesta hacer pis en un baño sucio. Me encabrona pensar que alguien con quien lo comparto, en este caso mi esposo, no tiene la delicadeza de limpiarlo después de usarlo como lo hago yo. Es una cosa como de educación, me parece. 

La cosa es que hoy, en el momento en que ví la taza cochina, me pregunté si realmente valía la pena hacerle pancho a John por eso. Me pregunté lo siguiente: Si a mí me encabrona, si a mi me molesta, entonces ¿Quién lo necesita arreglar? Espero que para ustedes en este momento la respuesta sea clara: ¡OBVIAMENTE QUE YO! 

Por eso me carcajeo. Le estaba echando bronca en mi cabeza a alguien que realmente no tenía mucho que ver con mi enojo. No me enoja él, me enoja la taza sucia.  Agarré el cepillito del baño, limpié la taza y proseguí a hacer mis necesidades, delicioso.

Este es un ejemplo cotidiano de la filosofía del aquí y el ahora, del tomar consciencia y el hacerse responsable.

Es fácil ir por la vida enojadérrimo y echando bronca. Ponerle una solución al asunto por mi cuenta, implica mucho más trabajo... En mi caso, me tomó 3 minutos poner mi sanitario reluciente para poder hacer lo que necesitaba hacer. 

Haz un ejercicio: Conéctate contigo mismo y pregúntate ¿Qué molesta? ¿A quién le molesta? ¿Cuál es tu solución? 

A lo mejor no es más fácil actuar de esta forma, lo que sí te garantizo es que serás mucho más amable contigo mismo y con las demás personas, inclusive podrás disfrutar mucho más la vida (o ir al baño), eso te lo aseguro. 




martes, 1 de julio de 2014

Y que la fuerza del sonido nos acompañe.



Llegué de noche.

Caminamos juntos a su casa con la emoción de la espera, de la curiosidad desvelada.
Me abrió la puerta de su hogar y encendió las luces del departamento. Había puro nervio en mi cuerpo. Nunca había estado a solas con un hombre casi desconocido, compartiendo su intimidad. Encendió la Mac y se fue directo al reproductor de música. 

Desde el primer día que lo vi quise tener algo con él, lo que fuera. A punto de consolidar mi deseo, me humedecí los labios con el líquido de la lata del Jack que compré para iniciar el festival de deshinibiciones.

Entre el pensamiento y la emoción me perdí un rato mirando sus cosas. Si no lo volvía a ver, necesitaba llevarme por lo menos el recuerdo de su esencia.

Así andaba, alimentando mis ojos cuando... escuché. Lo miré y hablamos. Partí mi atención en dos: sus  ojos y el soundtrack de la noche.

Hoy recuerdo ese momento con amor profundo. Él no sabía. No tenía idea de que durante la odisea nocturna, la música que coloreó nuestros momentos era la banda sonora de mi infancia: Oasis, UNKLE, Pulp, Ian Brown... Todo estaba ahí. Perfectamente envuelto en papel de fiesta, adornado con un listón rojo y listo para ponerle play.

Lo confesé recientemente: Su música me hace amarlo. Su música le pone nombre a mis sentimientos, a los recuerdos más transparentes. Su música me inspira. Me alegra, me entristece.

Para muchos, sus padres, tíos o hermanos les muestran el camino en cuanto a sonidos se refiere. Él me llevó de la mano por la historia del rock: Led Zepellin, Eric Clapton, The Who, Rolling Stones, The Beattles. Y cada canción es nuestra historia. Cada lírica es un día, una experiencia.

La gente que se dedica a la creación de este mundo de momentos refleja un estado mental y emocional determinado. La magia del sonido en el punto exacto es personal, accesible a un movimiento de la mano. La música nos acompaña y envuelve. Es noble y flexible a la vida de todos. Es suya y es nuestra, es mía, es tuya. Es magia que se escucha.

Cierro con una nueva máxima de Damon Albarn: "If lonely, press play"... y que la fuerza del sonido, y sus experiencias, nos acompañe.

martes, 10 de junio de 2014

Cómo y con quién me acuesto es mi decisión. Ponerle una etiqueta es tu elección.

Cómo y con quién me acuesto es mi decisión. Ponerle una etiqueta es tu elección.

Me encuentro leyendo un artículo sobre transexualidad. La historia va más o menos así: una chica que antes fue chico comienza a hablar sobre pros y contras de su cambio; la ausencia de menstruación (la odié un poco, la verdad), el hecho de no poder ser madre, el entendimiento de ambos géneros… la lista continúa.
El hecho es que me puse a pensar un poco y se me prendió el foco de la onda del amor de pareja. Siendo bien honestos, más allá de cómo me sienta (si mujer u hombre) lo que usualmente lo define todo es quién, cómo y con cuántos te acuestas, cosa que va ligada directamente con el título de la relación: Mi caldo, mi quever, mi galán, mi morra, mi güey, mi vieja, mi esposa, mi amor… cada uno representa “eso” que tienes con alguien. A veces las etiquetas son tan pesadas, tan difíciles de pegar y quitar, que prefiero ponerle nada de nombres a mi relación. A veces sólo prefiero decir que es alguien que amo, lo cual es absolutamente cierto.



Si me beso, si me acuesto o si no más bebo café es una decisión propia. Así como tomo decisiones sobre mis acciones, también tomo decisiones sobre mis afectos. La verdad es que en mi corazón habitan muchos: mujeres, hombres, niños, animales, lugares, olores, comida… Todos evocan sensaciones, emociones y pensamientos muy particulares que usualmente desembocan en amor.

El amor es como el agua, adopta la forma del objeto que lo contenga. En mi caso a veces tiene formas, a veces colores. El amor es así, libre. Cuando siento amor, la panza me efervesce, es como si me tragara 20 Alka Seltzer con agua mineral. Hace que me expanda, sonría, cante, llore, hable, guarde silencio, baile o me quede quieta. Es luz y oscuridad al mismo tiempo. Y créanme, esa sensación la he sentido con todo tipo de seres vivientes, sin importar raza, sexo o filiación.

El amor es el amor. Sin etiquetas de monogamia, homosexualidad, heterosexualidad o cualquier chingado concepto nuevo. Soy libre de ejercer mi derecho a amar a quien se me hinche el ovario izquierdo, y si al mundo le gusta o no le gusta, pues muy su bronca.

Mi amor va más allá de tus conceptos. Mi amor es mío, tus etiquetas, tuyas.   

viernes, 6 de junio de 2014

Gestalt: ¿Qué es, cómo y para qué?

Mucho he hablado sobre las maravillas de la psicoterapia Gestalt y, echando un ojo a las entradas anteriores, me di cuenta de que no he explicado bien, bien, de qué se trata o cómo funciona.

Últimamente he estado haciendo un experimento con las personas que se acercan a mí para preguntarme más sobre  mis servicios como psicoterapeuta. Trato de hablarles un poco más sobre la Gestalt, sus técnicas y cómo trabaja. Esto con la intención de saber si se sienten cómodos con ello o de plano les recomiendo a alguien más. El discurso, más menos, dice así:

"El objetivo de la psicoterapia Gestalt es que el cliente reconozca y satisfaga sus necesidades mediante la conciencia y en consecuencia, responsabilidad."

Osea sí güey, ¿Y luego? (Nota mental: me acabo de dar cuenta de algo: digo mucho y nada al mismo tiempo con estas frases, ¡¡Con razón no vendo!!)

Ok. Empecemos por el principio: ¿Qué carajo es todo eso de necesidades, conciencia y responsabilidad? En teoría, suena pues... bien ¿No? pero y qué... osea, ¿Qué necesidades o cuál conciencia y qué es responsabilidad?

NECESIDADES
Cuando hablo de necesidades me refiero, tal cual, a lo que me hace falta. Esto incluye desde comer, dormir, ir al baño o tener "intimidad", hasta encontrar mi equilibrio espiritual, pasando por una chamba que me de varo para hacer cosas que me gustan y que me guste eso que hago, desear una pareja que me vuele la cabeza o viajar por el mundo. Cada uno tiene necesidades distintas y a veces, por cumplir con lo que dice el mundo que está bien (Onda: "No voy a estudiar teatro porque mi papá dice que no deja dinero, y ni modo me chingo.") abandono mis sueños. Lo horrendo del asunto es que lo hago de forma "inconsciente". Lo llevo tan dentro de mi cabecita, que creo que lo que dicen afuera es lo que debe de ser...  lo que yo siento o quiero o necesito no es válido y entro en un conflicto del tamaño de Kim Kardashian.  
Aquí es donde entra la chamba emocional: identificar realmente qué es lo que quiero para saber si eso que llamo orgullosamente "Mi vida" es realmente mía o funciona en relación de los otros. 

CONSCIENCIA
He escuchado TANTO esta palabra (en ondas psicológicas o en el mercado) que me revienta un poquito. Se puede pensar que la consciencia es.. ¿Qué es? Neta, cuando hablan ustedes de consciencia ¿A qué se refieren o cómo? Es algo que no se ve pero existe... ojo, no es Pepe Grillo. Usualmente "La consciencia" en forma de un insecto disneyriano nos dice qué está bien y qué está mal. 
Para la psicoterapia Gestalt, la consciencia es más bien "darte cuenta" de qué haces, cómo lo haces, para qué lo haces y si esto es coherente con aquello que necesitas. Por ejemplo: Voy por la calle y mi panza truena. Pongo atención a mi estómago y me doy cuenta de que tengo hambre. Justo paso frente a una fonda y decido introducirme a mí y a mi hambre dentro del recinto alimentario para satisfacer mi necesidad de chicharrón en salsa verde. ¿Ya queda más claro? Actúo conforme a mi necesidad: Soy consciente de mi hambre y hago algo para satisfacerla. 

RESPONSABILIDAD
Estoy en una fiesta. La paso chido, y miro el reloj: 12.30 AM. Mi mamá me pide que le avise a qué hora voy a llegar. Todavía es temprano y decido no hablar aún. Según yo no pasa ni un ratito, cuando alguien grita que son las 3.00. ¿¿¿QUÉ??? ¡¡Hace 5 minutos eran las 12.30!! Corro al auto y me voy hecha un bólido. Llego a una luz roja y volteo a ver el reloj: 3.05. Le envío un mensaje de texto a la jefa: "Ya estoy en camino a casa". Estoy a punto de acelerar lo más que los tacones me permiten cuando me detengo un momento. Llegue ahorita o en 30 minutos, mi mamá me va a cagotear, o por lo menos eso es lo más probable. Y sería lógico, no cumplo con mi acuerdo y hay consecuencias. 
Llego a casa y las luces de la entrada están prendidas. Entro, dejo las llaves del auto en la mesa del recibidor. Mamá está sentada en la sala. La miro y sólo me dice: "Quiero hablar contigo". Cierro los ojos, respiro profundo y camino hacia ella, sabiendo que estoy dándo la cara a mis propias consecuencias. 

La responsabilidad es una ley física: "A cada acción hay una reacción" y estoy consciente de ello. Cómo sea la reacción o qué intensidad tenga no lo sé, eso es parte del futuro que desconozco. Como sea, existe, lo se y hago las paces con ello. 


Estos tres conceptos son la base de la psicoterapia. Es como descubrirte un ser en crecimiento y descubrimiento constante. Eso está bien padre... yo me siento como si fuera a la escuela de vida cada que estoy sentada platicando con mi terapeuta. De eso se trata la Gestalt, de descubrirte, encontrar lo que realmente necesitas, ser honesto contigo mismo, actuar en consecuencia y asumirlo. Eso es todo. 

Espero haya sido claro para ustedes. Algo que también les digo a los clientes es que es más fácil entenderlo cuando lo vives que cuando te lo cuento. Si te interesa, ya sabes dónde encontrarme <3 

lunes, 19 de mayo de 2014

La niña que no gateó.

Había una vez, una niña que no gateó.

Creció pensando que por esta razón no tenía la gracia de la creatividad. Por eso y porque no nació zurda.

La niña disfrutaba de dibujar, de hacer manualidades, de pintar. Pero como siempre le dijeron que era mala, dejó de crear y prefirió espectar, admirar el trabajo ajeno y mientras, suspirar deseando ser tan buena como los otros.

Y así creció, medio acomplejada, medio triste porque sus dibujos eran malos, porque sus creaciones eran feas.

Un día descubrió por accidente un libro. Venía con dedicatoria y toda la cosa. Se sintió emocionada pues creyó que era para ella, pero no. Aún así lo robó (unos días) para fotocopiarlo... al final, los modales son primero y ese regalo no es mío, pensó.

Ese libro le abrió un mundo de posibilidades. Paso por paso le enseño a dibujar. Bolitas, palitos, triángulos, esferas, sombra, profundidad. En paso 1, 2, 3 y 4 la niña se asombró al descubrir que sus dibujos eran bonitos, que podía hacerlo, que era dueña de sus manos y que tenía el poder de crear y delinear sus propios deseos. Por fin fue feliz.

Onda así es mi historia con el Zentangle, una forma artística que te permite dibujar a partir de patrones. Está bien padre, porque empiezas siguiendo formas ya diseñadas por alguien más y terminas creando lo que se te hinche la gana.

El Zentangle relaja, acompaña y libera. Definitivamente es una forma de meditación (De ahí sale lo del "Zen"). Una cosa muy, muy gringa se convierte en algo universal... jalado de los pelos o no, me ayudó a redescubrir mi creatividad. Resultados: las fotos son de dibujos que hice mientras cuidaba a mi abuela enferma unas semanas después de entrarle duro al dichoso libro.  

Igual me falta un chingo para ser una mega pro. Hay unas cosas que veo y me muero por hacer... lo lindo es que, dentro de las instrucciones del arte Zentangle , viene un apartado especial: No te desesperes, cada uno es distinto, tómate tu tiempo ¡Y NO BORRES NADA! Crea a partir de tus errores.

Fuck! "Crea a partir de tus errores". Eso fue fuerte, muy, sobre todo cuando me di cuenta de lo dura que soy conmigo misma. ¡Es el segundo día y me encabrona que no sea perfecto! (CUCU PERSON ON THE RADAR!) 

Como se pueden imaginar, arranqué varias (muchas) hojas antes de aceptar que bueno, soy nueva, estoy descubriendo mi creatividad y me encanta.

Dejé de lado la voz ruda de mi madre introyectada y me solté como Godín en quincena. Así he podido hacer más y más dibujos. Abracé mi bebé creativo y lo alimento (por lo menos trato de hacerlo) para que crezca grandote y feliz. Ya no es culpa de mi familia por no permitirme gatear, ahora es mi responsabilidad hacer, no hacer, o hacerme bien pendeja
:)

Nota: A veces escojo una, a veces otra y muchas más la última opción.

jueves, 30 de enero de 2014

Bodas de plata

En 3 meses exactos haré fiesta. Cumplo 25 años.

Es una sensación extraña. Siento emoción, nerviosismo, incertidumbre y miedo. Todo junto, al mismo tiempo, cada palabra manifestándose de distinta manera en mi cuerpo.

Reflexiono y hago una evaluación rápida de la vida. De mi vida.

Después de los 22 años el camino que al parecer tenía planeado tomó un rumbo distinto; me enamoré, me mudé, dejé por un rato la universidad, trabajé, renuncié, me embaracé, perdí al bebé, me casé, me volví a mudar, adopté dos gatos... y la lista sigue. Si esto pasó en un lapso de 2 años, ¿Qué aventuras me esperan el resto de mis días? ¿Qué aventuras me esperan hoy?

También la Gestalt se apareció y me acompañó haciéndose presente en el cuerpo de un excelente terapeuta. Ahora siento y vivo la fortaleza propia para mantenerme consciente en el presente.

Todas estas situaciones me ayudaron a crecer y convertirme en un adulto. Oh gosh, it was hard y faltan muchas cosas. La cuestión y a la conclusión que llego es que no quise desaprovechar los momentos intensos que se me presentaron. A los 20, por ejemplo, ni siquiera los hubiera pelado, mucho menos aprendido de ellos... Hoy aún lloro de desesperación, me escondo bajo las cobijas y miro al cielo pidiendo ayuda. La diferencia es que entiendo que hay dos opciones: decidir hacer nada o decidir hacer algo.

Hacer nada implica dejar las cosas como están, mantenerme en mi zona de confort. Pa pronto, dejarme llevar.

Hacer algo significa trabajar en aquello que necesito, moverme, alejarme de la zona de confort. Chingarle.

Francisco, mi terapeuta, me enseño que existe una tercera opción: Hacerse pendejo. (Lo comprobé en el momento en el que puse un pie fuera de su consultorio).

Hacerse pendejo es saber que me estoy haciendo pendejo. Osea, ser conciente de que necesito algo, no estoy dispuesto a trabajar por ello y al mismo tiempo me quejo por no obtener el resultado deseado.

Cualquiera de las tres opciones implica decidir. La decisión lleva a la responsabilidad y esta, como consecuencia natural, al compromiso.

Puedes fluctuar entre cualquiera de las tres . Ahí está la belleza. Empezar por alguna te abre el panorama, lo juro.

Como "joven" me ha servido bastante. Las posibilidades son infinitas... el camino se vuelve más amable y muy disfrutable. La vida es para vivirla: sonreír, llorar, abrazar, besar, enojarse. Aprender, reflexionar, dejarse llevar, chingarle y sí, también, para hacerse pendejo. A esto, súmale lo que gustes y mandes. Es tuya, la posees.

Y con su permiso, prepararé mi boda de plata.

¡Salud!

miércoles, 29 de enero de 2014

Los hombres son chidos y las mujeres también.

No es que esté llena de amigos, o que ande por el mundo cultivando amistades.

La verdad es que con el tiempo se ha reducido el número de personas que comparten acciones y emociones conmigo y viceversa.

Tal vez sea la edad, la distancia o las ocupaciones diarias... no estoy segura. El punto es que ya no somos los de antes. Y en este pequeño mundo que he escogido me circunde, abunda la soltería o las relaciones extrañas. Y por relaciones extrañas me refiero a novios celosos, asfixiantes, codependendientes, inseguros, loquillos. El grupo de los amigos solteros son, usualmente, los que se han podido "librar" de este tipo de interacción amorosa más bien tóxica.

Existe otro pequeñito grupo de amigos que no entran en las dos categorías anteriores. Forman relaciones de pareja nutritivas; permiten el crecimiento individual y como consecuencia, el crecimiento de la pareja: Viven el amor con responsabilidad y compromiso. Aclarando un punto, esto no significa que su historia es un cuento de hadas, que viven en un día de campo eterno rodeado de mariposas y ovejitas, comiendo pan con miel y bebiendo vino sin parar. La verdad es que sí, hay momentos raros en que las cosas se ponen intensas. Hay pedos, pues. La cosa es que han resuelto la manera de comunicarse de forma efectiva y congruente.

Es chido poder compartir con gente feliz en sus relaciones. Últimamente, y tal vez por mi condición de recién casada, convivo constantemente con ellos. De una u otra forma se han convertido en mis maestros de la pareja. Sobre todo porque también he formado parte de los solteros "salvos" o los emparejados del demonio.

Esta forma de amar y liberar me ha dado una perspectiva distinta sobre los sexos que se hace más evidente cuando estoy con los amigos solteros o en relaciones tóxicas. De entrada, ¿Cuál es el punto de hablar mal de su pareja? En teoría, estás compartiendo con la persona que amas, ¿No? ¿O amar implica hacer justamente eso, criticar en mala ondita o ser infiel? Y hablando del otro extremo ¿Amar es aguantar las críticas que destruyen, ceder en demasía, fundirse con el otro y olvidar lo que soy?

Me he encontrado igualmente comentarios de los forever alone que generalizan sus propias experiencias: "Todas las mujeres son unas cabronas", "Yo soy culera porque todos los hombres son culeros", "Me dejó porque todos son pendejos" o viceversa "La dejé porque todas son pendejas".

Juro que escucho estas palabras y me estremezco. En algún momento mi marido me dijo: Estoy seguro de que si mis ex parejas dicen que fui malo con ellas, es porque lo fui. Como sea, eso no significa que todos los demás sean malos y que por ello los traten mal o que yo siga siendo malo y que con las demás sea igual.

En ocasiones decidimos estar con personas que, efectivamente, no satisfacen nuestras necesidades emocionales, sociales o físicas. Hey! Es válido mantenerse también en una relación así haciéndose responsable de las consecuencias. Si soy consciente de las razones que me llevan a mantenerme en este intercambio emocional con la otra persona y asumo concencuencias, WHO CARES! En este mismo sentido funciona el soltar dichas relaciones, pasar la siguiente página y seguir. Cualquier tipo de experiencia tiene como resultado el aprendizaje.

Ni todos los hombres son culeros ni todas las mujeres cabronas. Somos lo que somos, soy lo que soy. Si me responsabilizo de mis acciones y mis relaciones, los resultados serán míos y el aprendizaje permanente.

Hombres y mujeres son chidos, manos. Si te quejas de tu pareja, bueno, estarás entonces quejándote de ti mismo. Hacer que el otro asuma sus "problemas" es una misión complicada y dolorosa. ¿Si empiezas contigo?