Hace apenas unos meses, me hice mi primer tatuaje visiblemente grande. En el último año me he realizado 3... creo que no es secreto ya que estoy enamorada de las agujas entintadas.
Mucha gente dice que si no me preocupa mi trabajo, que si no duele, que qué van a decir de mi... una retahíla de preguntas que, al final, más me suenan a prejuicios que a realidad.
Justo en la última sesión de trabajo en mi colorida pieza, caminaba con mi tatuador, Ben Estrada, y platicábamos sobre la importancia de la confianza que se ha generado entre nosotros. Sé que no somos mejores amigos y que también lo aprecio. Hemos llegado a un punto en el que puedo llegar con la idea más vaga sobre la imagen que quiero retratar en mi cuerpo y tener la certeza de que él conoce mis gustos, mi personalidad, y va a hacer un trabajo que lo refleje a él reflejándome a mí.
Hoy que pensaba en el diseño para mi próximo tatuaje (los amo) recordé nuestra conversación y como iluminada por el cielo -airesito Rosa de Guadalupe incluido- me di cuenta de lo similar de su profesión con la mía.
Un buen tatuador se hace, sí por su técnica, y también por la empatía que sienta su cliente hacia él/ ella. Sin este lazo de unión y entendimiento, el tatuaje está predestinado a fracasar.
De tu escucha activa como tatuador y la capacidad de transformar las ideas ajenas en dibujos y formas que representen a otra persona a partir de tus conocimientos como profesional de la tinta dependerá que el tatuado salga feliz y orgulloso de su nueva piel u odiándote, listo para encontrar dermatólogos y abogados.
El mecanismo con el terapeuta gestalt es muy similar. Como responsable de un proceso terapéutico, uno debe generar en su paciente, primeramente, confianza, empatía. Tienes en tus manos, algo muy importante, un tesoro que debe de ser cuidado y atendido como tal: la salud emocional del cliente.
Después de generar esa confianza, estás listo para empezar a trabajar y convertir las imágenes e ideas vagas y no completas de tus pacientes en algo tangible y presente; la responsabilidad, conciencia y toma de decisiones sobre las necesidades en su vida.
Si uno como profesional no está bien preparado, ni ha logrado comprender la personalidad del paciente, el proceso está destinado a fracasar.
El paciente ya trae en su cabeza ideas, imágenes, figuras (el tatuaje) que son necesarias organizar. El terapeuta (tatuador) lo acompañará mediante sus propias experiencias a descubrir el verdadero sentido de aquello que desea llevar en su piel, en su vida, en su existencia, de forma permanente.
Aviéntense a tatuarse si es lo que quieren, busquen la terapia si es lo que necesitan. El chiste de la vida es ser feliz, aunque les suene a cliché.
lunes, 26 de agosto de 2013
Psicoterapeutas y tatuadores, las similitudes que nos unen.
sábado, 10 de agosto de 2013
Lo que sucedió un viernes.
La madre de Forest Gump me enseñó que la vida es una caja de bombones (¿o chocolates?)... nunca sabes qué te va a tocar, siempre hay sorpresas. Creo que esa frase ha permanecido en la memoria colectiva pues está llena de sabiduría y verdad.
Uno de esos chocolates (¿bombones?) que pude sacar de la caja es la amistad de un matrimonio joven que conocí por mera casualidad.
Justo ayer tuvimos una larga y productiva plática donde recordé constantemente los conceptos de responsabilidad y conciencia... sobre todo porque mientras hablábamos, más me daba cuenta de la fuerza de mis palabras, la responsabilidad que tengo sobre y para ellas. El saber y sentir con todo mi cuerpo y mente lo que estaba sucediendo en ese momento generó una cascada de epifanías que me llevan a mover mi energía entera y completar aquellas cosas que necesito hacer.
Llegar a este punto ha requerido trabajo...antes pensaba que había nacido inconsciente y más bien con una tendencia a la irresponsabilidad. Hoy comprendo que entre el blanco y el negro existen todos los colores. De esa misma forma existen mis posibilidades; si únicamente me concentro en los polos opuestos, perdería los chances que "lo de enmedio" me ofrece: de entrada la oportunidad de saber y disfrutar aún más de mí.
Me siento feliz de poder abrir mis ojos, fortalecer mi cuerpo y emociones, elegir la opción de concentrarme, de ser yo, de pensar y sentir por y para mi. Vivir el presente, aprovechar la oportunidad... es casi mágico el poder que esto proporciona.
Y tú, lector ¿Te das la oportunidad de sentir tu vida?
Compártenos tu experiencia.
viernes, 19 de julio de 2013
Pasado y futuro: Recetas perfectas para un desastre mental AKA “Neurosis”.
martes, 16 de julio de 2013
¿Cómo diablos escojo a mi terapeuta?
Es muy importante que desde el principio te sientas en confianza y cómodo con tu terapeuta. A final de cuentas, estás creando una relación con la persona sentada frente a ti; te va a ver feliz, enojado, triste, deprimido... Todo funciona mejor si el terapeuta te cae bien. Cabe señalar que esto es 80% trabajo del "profesional" y 20%
trabajo tuyo. La apertura de ambos es la clave.
2. Corriente terapéutica
Como paciente, es tu derecho (y también de tu obligación) preguntar qué tipo de corriente maneja tu terapeuta. Esto tiene que ver con las técnicas que se van a manejar en tu proceso. Pregunta todo lo que quieras durante la primera sesión y si te surgen más dudas, sigue preguntando en las sesiones subsecuentes. No siempre la
corriente terapéutica se ajusta a tí, lo mismo que quien la aplica. Si no te gusta, sigue buscando por otros lados.
3. ¿Cuánto va a durar mi proceso?
Esto tiene mucho que ver con el punto anterior. Dependiendo de la corriente terapéutica y de tu situación, el terapeuta te planteará el tiempo que necesitas en tu proceso. Puede ser que toda esta experiencia dure entre 2 meses a varios años. Es común que los terapeutas no te expliquen nada (por mensos, por varo, qué se yo) así
que estate atento y pregunta.
4 . De a cuánto cuesta y cada cuando lo vas a ver?
Igualmente depende mucho de la corriente que maneje aquel que atiende. Usualmente las sesiones van de entre 200 hasta 2000 pesos por sesión, todo basado en la experiencia del profesional. Casi siempre los psicoanalistas son los más caros, sobre todo porque en este tipo de psicoterapia las sesiones son dos veces a la semana. Las demás escuelas terapéuticas sugieren realizar los encuentros una vez por
semana. Ambas tienen una duración de 1 hora aproximadamente. Si tienes alguna complicación con los horarios o con el precio, háblalo con tu terapeuta. He aquí la importancia del Rapport.