lunes, 26 de agosto de 2013

Psicoterapeutas y tatuadores, las similitudes que nos unen.


Hace apenas unos meses, me hice mi primer tatuaje visiblemente grande. En el último año me he realizado 3... creo que no es secreto ya que estoy enamorada de las agujas entintadas.

Mucha gente dice que si no me preocupa mi trabajo, que si no duele, que qué van a decir de mi... una retahíla de preguntas que, al final, más me suenan a prejuicios que a realidad.

Justo en la última sesión de trabajo en mi colorida pieza, caminaba con mi tatuador, Ben Estrada, y platicábamos sobre la importancia de la confianza que se ha generado entre nosotros. Sé que no somos mejores amigos y que también lo aprecio. Hemos llegado a un punto en el que puedo llegar con la idea más vaga sobre la imagen que quiero retratar en mi cuerpo y tener la certeza de que él conoce mis gustos, mi personalidad, y va a hacer un trabajo que lo refleje a él reflejándome a mí.

Hoy que pensaba en el diseño para mi próximo tatuaje (los amo) recordé nuestra conversación y como iluminada por el cielo -airesito Rosa de Guadalupe incluido- me di cuenta de lo similar de su profesión con la mía.

Un buen tatuador se hace, sí por su técnica, y también por la empatía que sienta su cliente hacia él/ ella. Sin este lazo de unión y entendimiento, el tatuaje está predestinado a fracasar.

De tu escucha activa como tatuador y la capacidad de transformar las ideas ajenas en dibujos y formas que representen a otra persona a partir de tus conocimientos como profesional de la tinta dependerá que el tatuado salga feliz y orgulloso de su nueva piel u odiándote, listo para encontrar dermatólogos y abogados. 

El mecanismo con el terapeuta gestalt es muy similar. Como responsable de un proceso terapéutico, uno debe generar en su paciente, primeramente, confianza, empatía. Tienes en tus manos, algo muy importante, un tesoro que debe de ser cuidado y atendido como tal: la salud emocional del cliente.

Después de generar esa confianza, estás listo para empezar a trabajar y convertir las imágenes e ideas vagas y no completas de tus pacientes en algo tangible y presente; la responsabilidad, conciencia y toma de decisiones sobre las necesidades en su vida.

Si uno como profesional no está bien preparado, ni ha logrado comprender la personalidad del paciente, el proceso está destinado a fracasar.

El paciente ya trae en su cabeza ideas, imágenes, figuras (el tatuaje) que son necesarias organizar. El terapeuta (tatuador) lo acompañará mediante sus propias experiencias a descubrir el verdadero sentido de aquello que desea llevar en su piel, en su vida, en su existencia, de forma permanente.

Aviéntense a tatuarse si es lo que quieren, busquen la terapia si es lo que necesitan. El chiste de la vida es ser feliz, aunque les suene a cliché.

sábado, 10 de agosto de 2013

Lo que sucedió un viernes.

La madre de Forest Gump me enseñó que la vida es una caja de bombones (¿o chocolates?)... nunca sabes qué te va a tocar, siempre hay sorpresas. Creo que esa frase ha permanecido en la memoria colectiva pues está llena de sabiduría y verdad.

Uno de esos chocolates (¿bombones?) que pude sacar de la caja es la amistad de un matrimonio joven que conocí por mera casualidad.

Justo ayer tuvimos una larga y productiva plática donde recordé constantemente los conceptos de responsabilidad y conciencia... sobre todo porque mientras hablábamos, más me daba cuenta de la fuerza de mis palabras, la responsabilidad que tengo sobre y para ellas. El saber y sentir con todo mi cuerpo y mente lo que estaba sucediendo en ese momento generó una cascada de epifanías que me llevan a mover mi energía entera y completar aquellas cosas que necesito hacer.

Llegar a este punto ha requerido trabajo...antes pensaba que había nacido inconsciente y más bien con una tendencia a la irresponsabilidad. Hoy comprendo que entre el blanco y el negro existen todos los colores. De esa misma forma existen mis posibilidades; si únicamente me concentro en los polos opuestos, perdería los chances que "lo de enmedio" me ofrece: de entrada la oportunidad de saber y disfrutar aún más de mí.

Me siento feliz de poder abrir mis ojos, fortalecer mi cuerpo y emociones, elegir la opción de concentrarme, de ser yo, de pensar y sentir por y para mi. Vivir el presente, aprovechar la oportunidad... es casi mágico el poder que esto proporciona.

Y tú, lector ¿Te das la oportunidad de sentir tu vida?

Compártenos tu experiencia.

viernes, 19 de julio de 2013

Pasado y futuro: Recetas perfectas para un desastre mental AKA “Neurosis”.


Los oradores motivacionales, líderes del pensamiento positivo y demás neoevangelistas de la buenaondés, toman como uno de sus lemas el “vivir el aquí y el ahora”.
Algunos de ellos consideran que pagando una conferencia o leyendo un libro todo se va a solucionar y el camino del arcoíris (con Leprechaun y caldero atascado de oro incluído) se abrirá ante tus pies. Más o menos eso es lo que venden.
La realidad es muy distinta y por momentos, muy pinches dolorosa.
La idea de estar aquí y vivir el presente es, definitivamente, posible. Requiere, eso sí, de disposición y responsabilidad.
Ok, sin dar más vueltas, a continuación les explico mi personal visión sobre lo que siento sobre la vida en el pasado y el futuro.
El pasado SIEMPRE va a ser doloroso por dos razones: uno, porque creo que es mejor que el presente y dos, porque te pasó albo bien feo que te hirió y no lo quieres superar. En ambos puntos aplica lo mismo; el vivir recordando no va a traer absolutamente nada más que rencor, culpa, o el deseo de recrear algo que no puede, por lógica, física, química y todas las ciencias naturales, ser igual… Es una receta perfecta para el desastre.
Vivir en el futuro no se queda atrás. Es incontrolable. Existen tantos aspectos involucrados en el juego que básicamente es un volado. No puedo controlarlos todos. Esto genera incertidumbre, miedo, preocupación, aprensión, lo cual puede llevarte de la manita directo al camino de la postergación y por tanto, de la frustración. A todo esto, agreguémosle el pensamiento fatalista… ¡Hola, ansiedad! ¡Hola, neurosis!
¿Y lo que está pasando hoy? Quién sabe. ¿Entonces qué sigue?
Antes que nada, vivir en el presente es una decisión… ¡DIN, DIN, DIN! ¡Bienvenida, responsabilidad!
Así es, tomar las riendas de cualquier situación es nada más que responsabilidad. Estar abierto a lo que sucede en el momento (alegrías, tristezas y todo lo que hay en el medio) es poder tocar, oler, observar, escuchar y probar cosas que realmente existen. El efecto domino es recio, pues entonces ni el pasado, ni el futuro tendrán demasiada importancia. El pasado efectivamente forma parte de lo que eres, nadie lo niega, y el futuro es lo que puede motivarte y alimentar tus esperanzas y proyectos. Sin embargo, olvidar el presente y crear una fijación en lo que fue o lo que puede ser entumecerá no sólo tus sentidos, tu actuar… también tus relaciones personales, laborales, y viéndonos más profundos, hasta tu espíritu.
¿Rudo, o no?

martes, 16 de julio de 2013

¿Cómo diablos escojo a mi terapeuta?

¿Cómo diablos escojo a mi terapeuta?

Hay momentos en nuestra vida en el que realmente ya no podemos más.
Todo nos pesa; el trabajo, los amigos, la familia... Qué decir de… LA PA-RE-JA.


Y es justo en estos momentos de crisis y verdadera desesperación que surge el "No puedo solo, necesito terapia". Aquí comienza el viacrusis. Muchas veces por pura vergüenza no le decimos a nadie, a NADIE, que andamos en busca de lo que se conoce como “loquero”.



Cabe señalar que no, hijos, no están locos. Tener crisis no es estar loco... Y créanme todos las tenemos. La diferencia es que ustedes se agarraron las bolas, se tragaron el orgullo y piden ayuda.

Ok, el siguiente trasborde en su viaje es saber con quién se atenderán. Se podría pensar que encontrar un terapeuta es como ir al médico:  llegas, cuentas tu bronca, pides medicina, sigues el tratamiento y listo, estás curado. Sin embargo, el proceso es un tantito diferente.

Desde mi perspectiva como terapeuta y como paciente estos 4 puntos les
pueden ayudar mucho al momento de elejir quien los acompañe en el camino del reconocimiento de ustedes mismos:






1. Raport o empatía
Es muy importante que desde el principio te sientas en confianza y cómodo con tu terapeuta. A final de cuentas, estás creando una
relación con la persona sentada frente a ti; te va a ver feliz, enojado, triste, deprimido... Todo funciona mejor si el terapeuta te cae bien. Cabe señalar que esto es 80% trabajo del "profesional" y 20%
trabajo tuyo. La apertura de ambos es la clave.

2. Corriente terapéutica
Como paciente, es tu derecho (y también de tu obligación) preguntar qué tipo de corriente maneja tu terapeuta. Esto tiene que ver con las técnicas que se van a manejar en tu proceso. Pregunta todo lo que quieras durante la primera sesión y si te surgen más dudas, sigue preguntando en las sesiones subsecuentes. No siempre la
corriente terapéutica se ajusta a tí, lo mismo que quien la aplica. Si no te gusta, sigue buscando por otros lados.

3. ¿Cuánto va a durar mi proceso?

Esto tiene mucho que ver con el punto anterior. Dependiendo de la corriente terapéutica y de tu situación, el terapeuta te planteará el tiempo que necesitas en tu proceso. Puede ser que toda esta experiencia dure entre 2 meses a varios años. Es común que los terapeutas no te expliquen nada (por mensos, por varo, qué se yo) así
que estate atento y pregunta.

4 . De a cuánto cuesta y cada cuando lo vas a ver?
Igualmente depende mucho de la corriente que maneje aquel que atiende. Usualmente las sesiones van de entre 200 hasta 2000 pesos por sesión, todo basado en la experiencia del profesional. Casi siempre los  psicoanalistas son los más caros, sobre todo porque en este tipo de  psicoterapia las sesiones son dos veces a la semana. Las demás escuelas terapéuticas sugieren realizar los encuentros una vez por
semana. Ambas tienen una duración de 1 hora aproximadamente. Si tienes alguna complicación con los horarios o con el precio, háblalo con tu  terapeuta. He aquí la importancia del Rapport.


Lo más importante es que  ya decidiste dar el primer paso y pedir  ayuda. Si por alguna circunstancia no te sientes cómodo y escuchado  con el primer terapeuta con el que vayas, paga y vete. De verdad, no vuelvas. Si ya estás gastando en tu salud emocional, que sea la mejor atención que puedas ofrecerte. No claudiques y sigue en tu búsqueda porque, aunque no lo creas, eso también es parte fundamental de tu proceso terapéutico.

viernes, 12 de julio de 2013

This is no Harry Potter's magic. Lo llamo terapia Gestalt.

En el post anterior, traté de describir grosso modo, cuáles son las características de algunos conceptos que se relacionan con la palabra psicología.

Con ellos más claros (espero) me permitiré hablarles sobre mi experiencia como paciente y terapeuta en formación.

A lo largo de mi corta-mediana vida, he consultado a 5 especialistas en psicoterapia. Dos de ellos importantes para el tópico de hoy.  

La primera, Diana, la consulté cuando tenía 16 años.

Estudiaba la preparatoria y vivía con mis progenitores, todo feliz. De un día para otro, y después de más de 3 décadas juntos, PUM! Se divorciaron. Obvio fue un shock para todos y por lo mismo, mi padre y yo decidimos acudir con un profesional de la salud emocional. Mientras resolvíamos el asunto de la pérdida y el dolor, y el llanto, y un poquito del drama, Diana también me ayudaba a aclarar mis dudas vocacionales. Big thing, si consideramos que ahora me dedico a eso.
Nota: El costo de la sesión era de $1800 por hora. Atentos, psicólogos con vocación terapéutica; también podemos hacer mucho varo en nuestra profesión si tenemos la suficiente inteligencia y astucia como para encontrar quién valore así nuestro conocimiento.

Al segundo lo conocí hace apenas un año. Estaba dando tumbos en la universidad; no encontraba mi lugar estudiando la licenciatura, odiaba a mis maestros, odiaba la carrera. Me sentía jodida profesionalmente hablando. Como mandado del cielo, me topé con un anuncio sobre un diplomado en terapia Gestalt. Pues ya qué, no había nada más interesante que hacer. Me metí. Él era el profesor. Después de dos clases empezamos mi proceso.

Oh Dios, cómo cambió mi vida. No sólo porque comencé a conocer una escuela terapéutica que nadie sabía bien de qué iba (Sólo un profesor de octavo semestre habló algo, 3 minutos, sobre el tema) sino porque también inicié un proceso terapéutico que aún continúa.

Algo que me sorprende es verme en el espejo y reconocerme. La terapia me ha permitido explorar zonas de mí que sí conocía pero no quería ver. He integrado mis lados obtusos y los puntiagudos, la niña y la adulta, la tristeza y la felicidad. Aprendí a reconocer cómo funciona mi cuerpo, qué siento y cómo estoy realmente al decir “Me siento bien” (Como dato cultural, en Gestalt las palabras bien y mal no significan absolutamente nada). Sigo siendo  testaruda, berrinchuda, enojona (aplausos para mi marido)… la diferencia es que ahora decido y me responsabilizo de serlo. Digamos que soy Jádisha y más.

El trabajo jamás termina. El terapeuta no es Harry Potter venciendo a Voldemort. No es Lumos, Obliviate, Salvio Hexia, Expecto Patronum… Digamos que es Harry Potter haciendo las paces con Voldemort y coexistiendo sabiendo quién es él y quién es el otro.

Es por ello que, para cualquiera que se quiera convertir en un experto de la Gestalt, no sólo hay que aprender los “pases mágicos”. Se convierte en mi lema, en mi guía, mi realidad, mi vida. El  dicho “Ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”, no aplica. Va más en el sentido de veo la viga en  mi propio ojo  y dejo en paz al ajeno.


Entonces… ¿Le entran a reconocerse o cómo?

miércoles, 10 de julio de 2013

PSICOLOGÍA, PSICOTERAPIA, PSICOANÁLISIS, PSIQUIATRÍA… SAY WHAT?

Una de las primeras cosas que la gente expresa cuando  digo que estudio psicología es: “¿Osea que ya me estás psicoanalizando?”.

Y perdón si les volteo los ojos y respondo con sarcasmo. Es que, les comento, entre los psicólogos no hay un chiste más usado que ese, el de la gente que piensa que la psicología es sinónimo de una corriente terapéutica.  Es como preguntarle a un ingeniero si te va a construir tu casa (labor de los arquitectos) o a un arquitecto que te haga una mesa (trabajo que puede hacerte fácilmente un carpintero). Son cosas parecidas, sí, pero distintas al mismo tiempo.

La verdad, no es obligación de la gente saber cuál es la diferencia. Pero si andas enamorando a un psicólogx, o los padres de tu love interest lo son, o tus jefes o alguien a quien pretendas impresionar sí lo es, te juro que agradecerás saber qué significa cada cosa… y también por cultura general. Una cabecita culta siempre es más bonita y mejor vista aquí y en China.

Y así empezamos con la psicología.
Denominaremos a la psicología como una disciplina, para no entrar en controversias de si es ciencia o no, que busca estudiar y comprender los fenómenos relacionados con los aspectos biológicos, emocionales y sociales de las conductas humanas. Se puede aplicar en básicamente todas las áreas laborales de la vida ya que, como psicólogo, puedes trabajar desde un laboratorio clínico, hasta una empresa de publicidad. Todo depende del área en la que te especialices. Los tres campos más usuales son el clínico, educativo y laboral aunque también existe forense, de investigación científica, social y un largo etcétera… you name it!
Pd: la psicología es preciosa y variada, jamás la mal miren.

Psicoterapia
Empezamos con el tema escabroso. La psicoterapia no es lo mismo que la psicología. De hecho es una sub especialidad de esta disciplina.
Es una rama de la psicología clínica, relacionada con los transtornos conductuales/emocionales, como por ejemplo depresión, ansiedad, neurosis. Es importante recalcar que un psicólogo clínico no necesariamente es un psicoterapeuta. Para ser el segundo, necesitas tomar cursos, diplomados o inclusive maestrías y posgrados relacionados con corrientes terapéuticas que ayudarán al profesional a abordar la situación del paciente desde distintos focos o perspectivas. Algunas de las más comunes son el psicoanálisis, terapia cognitivo conductual y las corrientes humanistas.
NOTA: Cuando vayas a alguna sesión, pregunta al responsable de la misma cuál es la corriente o escuela terapéutica en la que se basan las técnicas que se usarán en tu proceso. Es muy importante que lo sepas para entender el qué, cómo, cuándo y cuánto tiempo vas a necesitar para poder sentirte mejor (Y pues sí, también cuánto de la quincena necesitas invertirle a tu tratamiento).

PSICOANÁLISIS
Ok, todos ubicamos a Sigmund Freud ¿verdad? Bueno, pues sí, en efecto, él es el padre del PSICOANÁLISIS, no de la psicología. De hecho, Wilhelm Wundt es considerado el padre de la psicología como ciencia gracias a la creación del primer laboratorio dedicado a la reproducción y análisis de fenómenos conductuales en 1879. El psicoanálisis es una rama de la psicología clínica. Fue la primera técnica terapéutica reconocida como tal a comienzos del siglo XX.
El psicoanálisis es extremadamente complejo, pues la teoría reconoce al ser humano como un sistema de energías en constante movimiento. Por tanto, se necesita mucho tiempo para entender cuál es la causa que altera este flujo natural y genera  los males que afectan tu presente.
Es un camino largo, tortuoso y usualmente costoso. La preparación para ser psicoanalista es cara y la terapia como consecuencia. Ya te puedes ir imaginando que no cualquier psicólogo es psicoanalista, ni viceversa.  Por tanto queridos, no. No los estoy psicoanalizando cada que hablo con ustedes. Si así fuera, les tendría que cobrar entre $500 y $1500 por hora (¡Avedá!).

PSIQUIATRÍA
Terminamos con una ciencia que está lejos de ser lo mismo que la psicología.
La psiquiatría, primeramente, es una especialidad de la medicina. Esto significa que tienes que chutarte como veinte años de revisar oídos y gargantas antes de poder recetar un Tafil, cosa importante porque LOS PSICÓLOGOS NO RECETAMOS MEDICAMENTOS. No chavos, ni intenten pedirle el tan manoseado Rivotril  a su amiga que estudia psicología en la Ibero, ni en sueños tendremos acceso a recetarios. No somos médicos ni tenemos una preparación adecuada para poder decir qué medicamentos tienes que comprarte para aliviar tu depresión. Tenemos nociones de farmacología, eso es cierto, pero los psiquiatras son verdaderos expertos en el tema de los chochos y todas las sustancias que hacen que nuestros labios sonrían y los ojitos no lloren. Su onda es ayudarte, químicamente, con los neurotransmisores que no están funcionando bien en tu cerebro. Ellos trabajan con el cuerpo y los terapeutas trabajan con tu emoción.

Creo que con esta información ya pueden cachetear con guante blanco a quien les levante los ojos cuando pregunte respecto a este tema. Quedarán muy bien y podrán dormir tranquilos, queridos.

Que los días les sean leves y bonitos. 

Hablemos en plata

La psicología y yo
Hasta donde me permite recordar mi memoria vocacional, la psicoterapia fue mi primera opción profesional.  Y a pesar de que por supuesto he tenido dudas y vacilaciones respecto a si soy verdaderamente apta para ello, he mantenido firme mi convicción. Es por ello que he decidido comenzar este blog… antes de hacerlo un portal web donde se vacíen tópicos relacionados con la salud emocional (Sin caer en los ya clásicos y medio de hueva ¿Qué es el autoestima?, ¿Cómo mantener una vida de pareja sana?) quisiera compartir con ustedes algunos temas que me parecen importantes al momento de tomar terapia, conocer más de la vida, de ustedes mismos, tratar de entender qué sucede con nuestras cabecitas, pero primordialmente, que no nos sintamos ni solos ni avergonzados al tocar la puerta de un extraño y decir “Hola, tengo pedos y quiero hablar”.
Disculpen ustedes si no hablo como “una profesional”. Leerán algunos anglicismos y posiblemente malas palabras en los escritos contenidos en este blog porque, seamos honestos, esto no es una revista científica o una tesis. Son simplemente los escritos de una persona apasionada de la psicoterapia que tratará de ayudar a quien los lea como ejercicio profesional (y catártico, la verdad).

Bienvenidos, que disfruten.