Cómo y con quién me acuesto
es mi decisión. Ponerle una etiqueta es tu elección.
Me encuentro leyendo un artículo
sobre transexualidad. La historia va más o menos así: una chica que antes fue
chico comienza a hablar sobre pros y contras de su cambio; la ausencia de
menstruación (la odié un poco, la verdad), el hecho de no poder ser madre, el
entendimiento de ambos géneros… la lista continúa.
El hecho es que me puse a
pensar un poco y se me prendió el foco de la onda del amor de pareja. Siendo
bien honestos, más allá de cómo me sienta (si mujer u hombre) lo que usualmente
lo define todo es quién, cómo y con cuántos te acuestas, cosa que va ligada
directamente con el título de la relación: Mi caldo, mi quever, mi galán, mi
morra, mi güey, mi vieja, mi esposa, mi amor… cada uno representa “eso” que
tienes con alguien. A veces las etiquetas son tan pesadas, tan difíciles de pegar
y quitar, que prefiero ponerle nada de nombres a mi relación. A veces sólo
prefiero decir que es alguien que amo, lo cual es absolutamente cierto.
Si me beso, si me acuesto o
si no más bebo café es una decisión propia. Así como tomo decisiones sobre mis
acciones, también tomo decisiones sobre mis afectos. La verdad es que en mi
corazón habitan muchos: mujeres, hombres, niños, animales, lugares, olores,
comida… Todos evocan sensaciones, emociones y pensamientos muy particulares que
usualmente desembocan en amor.
El amor es como el agua,
adopta la forma del objeto que lo contenga. En mi caso a veces tiene formas, a
veces colores. El amor es así, libre. Cuando siento amor, la panza
me efervesce, es como si me tragara 20 Alka Seltzer con agua mineral. Hace que
me expanda, sonría, cante, llore, hable, guarde silencio, baile o me quede
quieta. Es luz y oscuridad al mismo tiempo. Y créanme, esa sensación la he
sentido con todo tipo de seres vivientes, sin importar raza, sexo o filiación.
El amor es el amor. Sin
etiquetas de monogamia, homosexualidad, heterosexualidad o cualquier chingado
concepto nuevo. Soy libre de ejercer mi derecho a amar a quien se me hinche el
ovario izquierdo, y si al mundo le gusta o no le gusta, pues muy su bronca.
Mi amor va más allá de tus conceptos.
Mi amor es mío, tus etiquetas, tuyas.
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