viernes, 19 de julio de 2013

Pasado y futuro: Recetas perfectas para un desastre mental AKA “Neurosis”.


Los oradores motivacionales, líderes del pensamiento positivo y demás neoevangelistas de la buenaondés, toman como uno de sus lemas el “vivir el aquí y el ahora”.
Algunos de ellos consideran que pagando una conferencia o leyendo un libro todo se va a solucionar y el camino del arcoíris (con Leprechaun y caldero atascado de oro incluído) se abrirá ante tus pies. Más o menos eso es lo que venden.
La realidad es muy distinta y por momentos, muy pinches dolorosa.
La idea de estar aquí y vivir el presente es, definitivamente, posible. Requiere, eso sí, de disposición y responsabilidad.
Ok, sin dar más vueltas, a continuación les explico mi personal visión sobre lo que siento sobre la vida en el pasado y el futuro.
El pasado SIEMPRE va a ser doloroso por dos razones: uno, porque creo que es mejor que el presente y dos, porque te pasó albo bien feo que te hirió y no lo quieres superar. En ambos puntos aplica lo mismo; el vivir recordando no va a traer absolutamente nada más que rencor, culpa, o el deseo de recrear algo que no puede, por lógica, física, química y todas las ciencias naturales, ser igual… Es una receta perfecta para el desastre.
Vivir en el futuro no se queda atrás. Es incontrolable. Existen tantos aspectos involucrados en el juego que básicamente es un volado. No puedo controlarlos todos. Esto genera incertidumbre, miedo, preocupación, aprensión, lo cual puede llevarte de la manita directo al camino de la postergación y por tanto, de la frustración. A todo esto, agreguémosle el pensamiento fatalista… ¡Hola, ansiedad! ¡Hola, neurosis!
¿Y lo que está pasando hoy? Quién sabe. ¿Entonces qué sigue?
Antes que nada, vivir en el presente es una decisión… ¡DIN, DIN, DIN! ¡Bienvenida, responsabilidad!
Así es, tomar las riendas de cualquier situación es nada más que responsabilidad. Estar abierto a lo que sucede en el momento (alegrías, tristezas y todo lo que hay en el medio) es poder tocar, oler, observar, escuchar y probar cosas que realmente existen. El efecto domino es recio, pues entonces ni el pasado, ni el futuro tendrán demasiada importancia. El pasado efectivamente forma parte de lo que eres, nadie lo niega, y el futuro es lo que puede motivarte y alimentar tus esperanzas y proyectos. Sin embargo, olvidar el presente y crear una fijación en lo que fue o lo que puede ser entumecerá no sólo tus sentidos, tu actuar… también tus relaciones personales, laborales, y viéndonos más profundos, hasta tu espíritu.
¿Rudo, o no?

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